De a campo traviesa |
En un principio me preguntaba cómo iba a querer a mi segunda hija.
Mi cariño por Clara es incomesurable y mi duda era como iba a ser capaz de querer más a otra criatura.
Pero todo se vio aclarado al momento en que nació Gracia.
Y es que la capacidad que uno tiene por querer no es como un vaso que una vez lleno rebalsa. Nuestra capacidad de amar es como un flujo de agua por un tubo. En un flujo laminar cerrado, mientras más agua pasa por unidad de tiempo, mayor es el caudal y por ende mayor es la velocidad del mismo flujo.
De esta forma mientras más se quiere, más amor pasa a través de uno y más cariño se reparte entre quienes quieres.
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