miércoles, 15 de octubre de 2008

Backcountry Skiing, Ski Touring, Valle del Arenas, Cajón del Maipo, Chile.



Ya era la primera semana de Octubre y la nieve amenazaba con retirarse por este año.
La mayoría de los esquiadores ya habían guardado sus eskies y se aprontaban a practicar otros deportes estivales. Pero la montaña seguia ahí y escondiendo miles de kilometros cuadrados de superficie esquiable con perfecta nieve primavera.

Partimos con Kato.
El objetivo era llegar al final del valle del Arenas y tener vistas hacia el Morado, la punta Brasil, el cerro Punta Italia, el cerro Arenas y otros colosos de la zona.

El día prometía. En santiago una densa nube cubría todo, pero en el cajón, pasado el Manzano la nube se abría y un luminoso Sol de primavera llenaba todo. La nieve estaba dura por el frío de la mañana y el calor comensaba a derretir su superficie para transformarla en nieve primavera.

La cordillera central de Chile, los Andés desde la cuarta a la octava región gozan de una esplendida y larga temporada de nieve primavera que muy pocas personas conocen. Tras las últimas nevadas y los primeros calores, infinitas superficies de nieve quedan a disposición de los skiadores montañistas que se atreven a deslizar por los hermosos parajes de fines de invierno de la Cordillera de los Andes. El dominio esquiable te hace sentir que esta época del año debira durar para siempre para alcanzar a cubrir la inmensidad de superficie esquiable. La nieve, al contrario de lo que el común de los esquiadores piensa, a fines de invierno se transforma y convierte en una especie de cancha de ski que no termina. De todas fromas hay que tener cuidado con las avalanchas cuando la temperatura sube demasiado y las secciones de hielo cuando cae frío.

Este año curiosamente, tras las repentinas e intensas precipitaciones de fines de Agosto, los valles cordilleranos se cubrieron de avalanchas. Enormes huellas de avalanchas marcaban cada ladera de más de 30°. Por ende la nieve en sectores con pendiente estaba revuelta pero algo aplanada por los primeros calores.
Nunca había visto algo semejante.

Avansamos por el valle del Arenas hasta los 3.250 mt, hasta una piedra que reposaba en un plató. El viento nos rodeaba pero no nos alcanzaba. Híbamos protegidos por las laderas del valle. Era increible ver la formación y destrucción de nubes al chocar contra las verticales paredes del cerro Arenas. Tras este inmenso monolito, una gran pluma de nubes se formaba. El arenas estaba literalmente creando nubes y cubriendo el valle del Morado con su pluma.

La temperatura bajo y la nieve se endurecio. Decidimos bajar dado que la combinación de nieve revuelta, dura y sin visibilidad podía ser peligrosa. El descenso fue bueno, especialmente en la pala que conecta con la base del valle del Morado.





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